El cristianismo es la creencia en que un zombi cósmico judío, que era su propio padre, puede hacerte vivir eternamente si comes simbólicamente su cuerpo y te comunicas telepáticamente con él,para que pueda librarte de una parte maligna que hay en ti y en toda la humanidad porque una serpiente parlante convenció a una mujer costilla de que comiera de un arbol mágio.
...............................................................................................................................................................................................................................................(Definición que circula por la red)

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................................................................................. Arthur Schopenhauer
"Mi filosofía no es consoladora porque digo la verdad, pero la gente quiere oír que Dios el Señor lo ha hecho todo bien. Que vayan a la iglesia y dejen a los filósofos en paz".


sto ocurre originariamente en la mayoría de los pueblos a los que la suavidad de la región celeste y del suelo les hace la vida fácil: los primeros de todos, los hindúes, luego los griegos, los romanos, y más tarde los italianos, españoles, etc. - El hombre se crea a su imagen demonios, dioses y santos; luego ha de ofrecerles sin parar sacrificios, oraciones, ornamentos de templos, votos y sus revocaciones, peregrinaciones, saludos, adornos en las figuras, etc. Su servicio se entreteje siempre con la realidad y hasta la oscurece: todos los acontecimientos de la vida se interpretan entonces como una reacción de aquellos seres: el trato con ellos llena la mitad del tiempo de la vida, sostiene de forma permanente la esperanza y por el encanto de la ilusión se vuelve con frecuencia más interesante que el trato con los seres reales. Es la expresión y el síntoma de la doble necesidad del hombre: la de ayuda y protección, y la de ocupación y diversión: y aunque con frecuencia actúa directamente en contra de la primera necesidad, empleando inútilmente un costoso tiempo y energía en oraciones y ofrendas cuando surgen desgracias y peligros en vez de en apartarlos, tanto mejor sirve a la segunda necesidad mediante aquel trato fantástico con un espíritu del mundo soñado: y ese es el beneficio de todas las supersticiones, en nada despreciable...

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............................................................................. Robert Green Ingersoll

e parece imposible que un hombre civilizado ame o adore o respete al Dios del Viejo Testamento. Un hombre realmente civilizado, una mujer realmente civilizada, deberían observar a semejante Dios con aborrecimiento y desprecio.

Pero en los antiguos días la buena gente justificaba a Jehovah en su tratamiento de los paganos. Los desgraciados que se aniquilaba eran idólatras y por lo tanto no merecían vivir.
De acuerdo con la Biblia, Dios nunca se había manifestado a aquella gente y él sabía que sin esa revelación ellos no podían saber cuál era el Dios verdadero. ¿De quién era la culpa entonces de que fuesen paganos?
Los cristianos decían que Dios tenía el derecho de destruirlos porque los había creado. ¿Para qué los creó? Él sabía cuando los hizo que serían carne para la espada. Él sabía que tendría el placer de ver cómo se los aniquilaba.
Como última respuesta, como excusa final, los adoradores de Jehovah decían que todas esas cosas horribles ocurrían bajo el "antiguo régimen" de la ley no entregada y la justicia absoluta, pero que ahora, bajo el "nuevo régimen", todo ha cambiado, la espada de la justicia fue envainada y el amor entronizado. En el Viejo Testamento, decían, Dios es el juez, pero en el Nuevo, Cristo es el misericordioso. De hecho, el Nuevo Testamento es infinitamente peor que el Viejo. En el Viejo no hay amenaza de dolor eterno. Jehovah no tiene una prisión eterna, ningún fuego inmortal. Su odio terminaba en la tumba. Su venganza quedaba saciada cuando su enemigo moría.
En el Nuevo Testamento, la muerte no es el final sino el comienzo de un castigo que no acaba. En el Nuevo Testamento, la maldad de Dios es infinita y el hambre de su venganza, eterna.
El Dios ortodoxo, cuando estuvo revestido en carne humana, les dijo a sus discípulos que no se enfrentaran al mal, que amaran a sus enemigos y que cuando los golpearan en una mejilla ofrecieran la otra, y aun así nos han dicho que ese mismo Dios, con los mismos labios amantes, profirió estas impías, estas bestiales palabras: "Partid vosotros, malditos, al fuego que siempre arde, preparaos para el diablo y sus ángeles".
Esas son las palabras del "amor eterno".
Ningún ser humano tiene imaginación suficiente para concebir este horror infinito.
Todo lo que la raza humana ha sufrido en guerra y necesidad, en epidemia y hambruna, en fuego y diluvio, todos los calambres y dolores de cada enfermedad y cada muerte, todo esto es nada comparado con las agonías que deben ser soportadas por una sola alma descarriada.
Éste es el consuelo de la religión cristiana. Ésta es la justicia de Dios, la misericordia de Cristo.
Este aterrador dogma, esta mentira infinita, me hizo el implacable enemigo del Cristianismo. La verdad es que esta creencia en el dolor eterno es el auténtico perseguidor. Fundó la Inquisición, forjó las cadenas y proporcionó los leños para la hoguera. Ha oscurecido las vidas de millones. Ha hecho la cuna tan terrible como el ataúd. ha esclavizado naciones y derramado la sangre de incontables miles. Ha sacrificado a los más sabios, los más bravos y los mejores. Ha subvertido la idea de justicia, drenado la misericordia del corazón, transformado a los hombres en bestias y desterrado la razón del cerebro.
Como una serpiente venenosa, se arrastra y se enrosca y sisea en cada credo ortodoxo.
Hace del hombre una víctima eterna y de Dios una eterna bestia. Es el horror infinito y singular. Cada iglesia en la que se enseña es una maldición pública. Cada predicador que lo enseña es un enemigo de la humanidad. Por debajo de este dogma cristiano no hay salvajismo más extremo. Es el infinito de la maldad, el odio y la venganza.
Nada podría agregarse al horror del infierno, excepto la presencia de su creador, Dios.
Mientras tenga vida, en tando expulse aliento, negaré con toda mi fuerza y odiaré con cada gota de mi sangre esta mentira infinita
............................................................(Robert Green Ingersoll, extraido de su libro "Por qué soy agnóstico").





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......................
Los actos obsesivos y
...................las prácticas religiosas
.............................................Sigmund Freud






o soy seguramente el primero en haber advertido la analogía entre los llamados actos obsesivos de los neuróticos y las prácticas devotas con las que el creyente atestigua su piedad. Prueba de ello es el nombre de «ceremoniales» dado a algunos de tales actos obsesivos. Pero, a mi juicio, tal analogía no es meramente superficial; y así, basándonos en el conocimiento de la génesis del ceremonial neurótico, podemos arriesgar algunas conclusiones, por analogía, sobre los procesos psíquicos de la vida religiosa.(...)

2 -Lee o crea COMENTARIOS pinchando AQUI-




.........................................................................Adios a Dios
.......................................................................................F. Savater

upongo que ahora unas páginas dedicadas a la angustia producida por las dudas religiosas de mi
adolescencia, seguidas por una nostálgica despedida de la piedad infantil y una madura reflexión escéptica pero abierta a lo infinito, mejorarían el perfil espiritual de estas rememoraciones autobiográficas. Siento no poder facilitárselas al benévolo lector, porque serían insinceras y -por razones ya antes señaladas- no me gusta mentir. Además prefiero mantener más bien bajo el perfil espiritual de mis conjeturas personales, dada la sobreabundancia de inspirados sublimes que actualmente padecemos y la dudosa catadura de los que conozco más de cerca. De modo que me resignaré sin aspavientos a constatar que he carecido desde pequeño del tercer ojo, el que otea la trascendencia y nunca se conforma del todo a darla por nula y no avenida. En su Cuaderno amarillo, Salvador Pániker comenta amistosamente que soy la persona menos favorecida en ese terreno supraterreno que él ha conocido y, si de algo vale mi testimonio íntimo, creo que tiene bastante razón. Hace unos años, una señora se me acercó cuando firmaba ejemplares de mis libros en la feria madrileña y me preguntó si yo «era creyente». Para no equivocar la respuesta, le respondí a mi vez con otra cuestión: «Creyente... ¿en qué?». Mi interlocutora se encogió sonriendo de hombros y me dijo: «Pues en lo corriente». Entonces, ya pisando suelo más firme, le repuse que en efecto creo en lo corriente; en lo que no creo es en lo sobrenatural.

Me faltó añadir que tampoco creo que los que creen creer más que yo sepan en lo que creen. Es decir, que no sólo no soy «creyente» en el sentido religioso del término sino que tampoco creo que los creyentes crean. Un libro reciente que reúne diálogos entre el cardenal Martini y Umberto Eco lleva por título: En qué creen los que no creen. A mi juicio, esa pregunta es mucho más fácil de contestar que la insondablemente tenebrosa de «en qué creen los que creen». Supongo que creen que creen, pero el contenido de su creencia es aún menos inteligible que los motivos de su creencia...
Y sin embargo, desde pequeño he sido fundamentalmente crédulo. Siempre he permanecido embobado ante lo improbable, aunque nunca ante lo imposible, y he asentido con romántica vehemencia a lo maravilloso. Creo en las sorpresas de lo real, en lo insólito, en lo asombroso que ya ha pasado pero procuramos olvidar para no alarmar nuestras rutinas, en lo desconcertante que puede llegar a pasar y que no admitimos para proseguir nuestro mísero concierto, en lo fascinante que espera ser descubierto por un ánimo entero y perspicaz. Creo que la vida es más de lo que conocemos y la muerte menos de lo que tememos, creo que las cosas naturales desdeñan el ahorro y admiten el prodigio, creo en el Yeti y el pulpo gigante, creo en los seres fabulosos, creo que todo ser es más o menos fabuloso y que las fábulas sustentadas en el no ser no sólo carecen de realidad sino de imaginación: creo en hazañas y portentos, aunque no en milagros. Incluso podría creer en milagros, si tal creencia no me obligara a creer en quienes los proclaman y rentabilizan... Por favor, uno puede creer en Dios, en el diablo, en la Santísima Virgen, en la Gorgona, en la resurrección de los muertos, pero ¿puede alguien creer en los curas o a los curas? ¿Se puede creer en pastores, obispos, rabinos, muecines o archimandritas? ¿Acaso no se les nota lo que son? Incluso a los buenos se les nota, aunque se nota también que son buenos, no por curas sino a pesar de serIo. Y los peores de todos los curas, los menos creíbles (los más increíblemente curas) son los filósofos empeñados en que el siglo XXI será religioso o no será y en que sólo un Dios puede salvarnos. Anatema sit!

.................................................................................(Fernando Savater, fargmeto de su libro "Mira por dónde").


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......................................................................................Abjuración de Galileo

o, Galileo Galilei, hijo del difunto florentino Vincenzo Galilei, de setenta años de edad, compareciendo personalmente en el juicio y arrodillado ante Vosotros, Eminentísimos y Reverendísimos Cardenales, Inquisidores generales contra la perversidad herética en toda la República Cristiana, teniendo ante mis ojos los Sacrosantos Evangelios que toco con mis propias manos, juro que siempre he creído, creo ahora y con la ayuda de Dios creeré en el futuro, todo aquello que considera, predica y enseña la Santa, Católica y Apostólica Iglesia.

Mas como por este Santo Oficio, tras haber sido jurídicamente intimado mediante precepto a que de cualquier modo debía abandonar totalmente la falsa opinión de
que el Sol es el centro del Universo y que no se mueve, y que la Tierra no es el centro del Universo y que se mueve, y que no podía sostener, defender ni enseñar en modo alguno, ni de palabra ni por escrito, la mencionada falsa doctrina, y después de haberme sido notificado que la citada doctrina es contraria a las Sagradas Escrituras, por haber yo escrito y publicado un libro en el cual trato de dicha doctrina y aporto razones muy eficaces en favor suyo sin aportar solución alguna, he sido juzgado vehementemente como sospechoso de herejía, esto es, de haber creído y sostenido que el Sol es el centro del Universo y que es inmóvil, y que la Tierra no es el centro y que se mueve.

Por ello, queriendo apartar de la mente de Vuestras Eminencias y de todo fiel cristiano esta vehemente sospecha, justamente concebida a propósito mío, con sinceridad de corazón y no fingida fe abjuro, maldigo y aborrezco los mencionados errores y herejías, y en general cualquier otro error, herejía o secta contraria a la Santa Iglesia; y juro que en el futuro no oiré nunca más ni afirmaré, por escrito o de palabra, cosas por las cuales pue
da ser objeto de semejantes sospechas; y si conociera algún hereje o alguno que fuera sospechoso de herejía lo denunciaré a este Santo Oficio, o ante el Inquisidor u Ordinario del lugar donde me halle.

Juro también y prometo
cumplir y observar enteramente todas las penitencias que me han sido o me serán impuestas por este Santo Oficio, y si contravengo alguna de estas promesas y juramentos, cosa que no quiera Dios, me someto a todas las penas y castigos que los sagrados cánones y otras constituciones generales y particulares imponen y promulgan contra semejantes delitos. Que Dios me ayude, y estos sus Santos Evangelios que toco con mis propias manos.

Yo, Galileo Galilei, he abjurado, jurado, prometido y me he obligado del modo que figura más arriba. En testimonio de la verdad he escrito la presente cédula de abjuración y la he recitado palabra por palabra en Roma, en el convento de Minerva, este 22 de junio de 1633.

Yo, Galileo Galilei, he abjurado y firmado con mi puño y letra.


............................................................................................................("Y sin embargo, se mueve". Galileo Galilei)

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......................................................................................................John Milton

sí Belial, con palabras disfrazadas de razones, aconseja un proceder indigno, una vil inacción, pero no la paz. Después de él habló Mammón de esta suerte: «Moveremos guerra si la guerra es el mejor consejo, o para destronar al Rey del cielo o para recobrar nuestros perdidos derechos. Destronarlo no lo esperemos, mientras el eterno destino no ceda al inconstante acaso y sea el caos árbitro de nuestra lucha. Si vana es la esperanza de lo uno, no lo será menor la de lo otro; pues de no expulsar al supremo Rey del cielo, ¿qué espacio quedará en éste para nosotros? Demos que calmada su ira, y a condición de someternos de nuevo, perdone a todos: ¿con qué ojos lo contemplaremos cuando humillados en su presencia, hayamos de recibir sus imperiosas órdenes, glorificar su majestad murmurando himnos, y violentarnos cantando en loor suyo «¡aleluya!», mientras él, envidiado soberano, hará ostentación de su regia pompa, y su altar exhalará perfumes de ambrosia y de flores, serviles ofrendas de nuestro culto? Tal será nuestro oficio en el cielo, tales nuestros placeres. ¡Oh! ¡Cuán dura será una eternidad empleada en adorar a quien tanto odiamos!

«Rechacemos, pues, ese espléndido vasallaje que no es dado obtener por fuerza, que aun concedido sería afrentoso por más que pertenezca al cielo, y busquemos nuestro bien en nosotros mismos, viviendo por nosotros y para nosotros, libres, en estos vastos subterráneos, sin depender de voluntad alguna, y prefiriendo tan dura libertad al blando yugo de una pomposa servidumbre. Brillará más radiante nuestro esplendor, si sabemos convertir lo pequeño en grande, lo nocivo en útil, la desgracia en prosperidad, y si doquiera luchando con el anal, trocamos en bienestar el dolor por medio del trabajo y de la paciencia.
«¿Por qué temer estos tenebrosos antros? ¿No se envuelve a veces el omnipotente Señor del cielo entre negras y espesas nubes, sin que por eso eclipsen su gloria, y vela su trono con la grandeza de las tinieblas, de que encendido en furor se lanza el pavoroso trueno, de modo que se asemeja al infierno el cielo? ¿Imita él nuestra oscuridad, y no hemos de poder nosotros cuando nos plazca imitar su luz? No carece este ingrato suelo de ocultos tesoros, de diamantes y oro, ni nosotros de arte para aprovecharnos de su magnificencia: ¿qué tenemos, pues, que envidiar al cielo? Podrán un tiempo estos mismos suplicios llegar a hacerse nuestro elemento; llegar esas penetrantes llamas a sernos tan benignas como hoy son crueles, y trocarse nuestra naturaleza en la propia de ellas; y esto necesariamente pondrá término a nuestros dolores. Todo, pues, nos invita a preferir pacíficos consejos y establecer un ordenado régimen, adoptando los remedios que más eficaces sean para nuestros presentes males; y en atención a lo que somos y al lugar en que nos hallamos, renunciar por completo a todo intento de guerra. Este es mi parecer.»
.................................................................................(John Milton, fargmeto de su libro "El paraiso perdido").



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...........................................................................................El invento religioso

omos nosotros, los seres humanos, los que debemos resolver nuestros problemas, esto es algo que no se puede delegar en nadie más, cuando ellos son grandes o no los entendemos, y por ello nos dan miedo, recurrimos de manera inconsciente a transferir su resolución a seres sobrenaturales que inventamos y a los que les atribuimos poderes que obviamente nosotros no tenemos y ellos tampoco (que saben todo, que están entodas partes y lo pueden todo), así aparece Dios y la religión (y si el mundo no corresponde en todos los aspectos a nuestros deseos ¿es culpa de la ciencia o de los que quieren imponer sus deseos en el mundo?. Carl Sagan), para adaptarse a las necesidades no satisfechas del hombre. Pero pagamos un alto precio, nos dejamos esclavizar, limitando la acción humana que nos corresponde y así nos quedamos sin libertad (argumentar con una persona que ha renunciado a la lógica, es como dar medicina a un hombre muerto. Thomas Paine). Somos nosotros los que nos volvemos presos y nos ponemos los grilletes por no pensar, lo malo es que algunos, por no decir una gran cantidad de personas, no están conscientes de ello, y por eso no saben que pueden liberarse, además, ni lo intentan a sabiendas que nada es más cuestionable que el dogmatismo, la rigidez y el fanatismo. Muchos necesitan creer porque no han logrado imponer su propio entendimiento a si mismos y caen en la religión, apartándose de la ciencia (La ciencia es siempre profunda y simple. Son solo las verdades a medias las que son peligrosas. George Bernard Shaw). Nietzsche decía: "No se necesita la religión, pues la felicidad y la seguridad radica en el ser mismo".
No es suplicando o haciendo genuflexiones y lamentándonos como resolveremos lo que nos toca hacer, sino actuando sobre nuestra vida y nuestro entorno. No se acepta fácilmente que otros se puedan sentir autorizados a hablar por nosotros, a dirigir nuestra forma de pensar o establecer nuestras pautas de conducta. Dado que este problema religioso nos viene de lejos, algunos desde entonces ya trataron, y con mucho éxito, de ser los intermediarios, para así controlar nuestra voluntad personal (No hay más tinieblas que la ignorancia. William Shakespeare). La religión es un producto mental del temor y la esperanza humana, aunque Voltaire decía que la religión era un invento de los curas para explotar a la humanidad. La teología popular es una enorme incoherencia que proviene de la ignorancia. ¿Habrá algo más rebuscado que la teología dogmática? (Los dioses existen porque la naturaleza misma ha impreso el concepto de ellos en la mente de las personas(?). Cicerón). Tal como sucede con el martirio que no prueba que sea verdad lo que la persona piense o crea para sacrificarse, así mismo no depende el ser honrado, bueno o decente, de nadie o de alguna religión, sino de nosotros mismos, no busquemos fuera la verdad que solo podemos encontrar dentro de nuestra mente. Dice José Egido: Si renunciamos a afrontar serena y meditativamente la profundidad del abismo de nuestro propio silencio y a encarar sin pánico ni histeria la soledad que habita en el fondo de nosotros mismos, La única alternativa que nos queda es la superficialidad la ligereza, el consumo compulsivo, la desazón de un deseo desorientado y ciego que mariposea de objeto a objeto, o quizá sin mas, de fulgor en fulgor. Se trata de una falsa escapada, de un camino seguro hacia la frustración, el vacío y sin sentido. Sin duda, nadie nos va a librar de beber en soledad el cáliz amargo de la angustia (y aun quizá del abandono) ante los mas hondos problemas de la vida.

.....................................................................................
(Julio César Zameño López, del libro del mismo nombre).

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....................................................................Satanismo: La Religion Temida

uando Anton Szandor LaVey afeitó su cabeza y creó la Church of Satan el 30 de abril de 1966, sabía que sería muy pronto el punto focal de atención para muchas personas alrededor del globo. Ahora que ha pasado un aniversario más de esa noche decisiva, ¿ha comenzado el mundo a entender el significado verdadero que hay detrás de la única religión organizada en la historia en tomar como su símbolo la figura por antonomasia del orgullo y la rebelión, y para muchos, del Mal?

¿Y es que hay razones verdaderas para que algunas personas sientan temor ante el creciente fenómeno del Satanismo contemporáneo? Como sacerdote de la Iglesia de Satán y representante ante los medios, puedo decir cándidamente, "Sí!". Sin embargo, lo que el populacho ha decidido temer es un ridículo retrato en technicolor chillón pintado por los intentos desesperados de los medios por llamar la atención, por evangelistas en su esfuerzo por llenar sus arcas y mantener a sus amantes repletas de joyas, y aún más deprimente, por un segmento de la comunidad terapéutica que han hallado una mina de oro en el tratamiento de los supuestos "sobrevivientes de abuso ritual", quienes no ofrecen evidencia alguna de sus cuentos de terror (curiosamente bastante parecidos a las historias narradas por mujeres a las que Freud denominó histéricas), excepto por su ferviente creencia de que fueron victimizadas. No desperdiciaré mi precioso tiempo refutando la absurda afirmación de que existe una conspiración internacional de Satanistas generacionales enfrascados en la tarea de esclavizar el mundo a través del abuso de las drogas y sacrificar niños que han sido dados a luz única y exclusivamente para tal fin por mujeres emocionalmente inestables. Esto ha sido tratado adecuadamente por otras fuentes (El Centro Nacional del FBI de Análisis de Crimen Violento: Guía Para los Investigadores de Abuso Ritual Infantil, enero de 1992; el reporte del Comité para la Examinación Científica de Religión: Satanismo en América, octubre de 1989; el reporte del Departamento de Salud del Gobierno Británico: La Extensión y Naturaleza del Abuso Ritual Infantil Organizado, HMSO, 1994 ). En lugar de ello, demos una mirada mas cercana al Satanismo contemporaneo y evaluémoslo por lo que es en realidad: una religión brutal de elitismo y Darvinismo social que busca reestablecer el dominio del capaz sobre el idiota, justicia rápida sobre la injusticia, y un completo rechazo del igualitarismo como un mito que ha lisiado el avance de la especie humana durante los últimos dos mil años. ¿Es esto algo a lo cual temer? Si eres uno de la mayoría de la mediocridad humana que existen como un holgazán drogado por los medios, apuesto a que sí lo es!

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............................................................................................Desmond Morris

a que hemos aludido a la religión, convendrá, quizás, examinar más de cerca esta extraña forma de comportamiento animal antes de abordar otros aspectos de las actividades agresivas de nuestra especie. El tema no es fácil, pero como zoólogos que somos, procuraremos observar lo que ocurre, más que escuchar lo que se presume que sucede...

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...............................................................................Mijail Bakunin


a Biblia, que es un libro muy interesante y a veces muy profundo cuando se lo considera como una de las más antiguas manifestaciones de la sabiduría y de la fantasía humanas que han llegado hasta nosotros, expresa esta verdad de una manera muy ingenua en su mito del pecado original. Jehová, que de todos los buenos dioses que han sido adorados por los hombres es ciertamente el más envidioso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y de la libertad humanas, que creó a Adán y a Eva por no sé qué capricho (sin duda para engañar su hastío que debía de ser terrible en su eternamente egoísta soledad, para procurarse nuevos esclavos),...

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..........................................................................................Fredrich Nietzsche

a realidad es que aquí la más consciente presunción de elegidos
desempeña el papel de modestia; desde entonces se han formado dos partidos: el partido de la verdad, o sea ellos mismos, la comunidad, los buenos y los justos, y, de otra parte, el resto del mundo... Éste fue el más funesto delirio de grandezas que hasta ahora existió en la tierra: pequeños abortos de hipócritas y mentirosos comenzaron a reivindicar para sí los conceptos de Dios, verdad, luz, espíritu, amor, sabiduría, vida, casi como sinónimos de ellos mismos, para establecer así un límite entre ellos y el mundo; pequeños superlativos de hebreos, maduros para toda clase de manicomio, hicieron girar en torno a ellos mismos todo valor, como si precisamente el cristiano fuese el sentido, la sal, la medida y también el último tribunal de todo lo demás... Este funesto acontecimiento sólo se hizo posible por el hecho de que ya había en el mundo un género afín de delirio de grandeza, afín por raza: el judaico; apenas se abre el abismo entre hebreos y hebreocristianos, a estos últimos no les quedó otra elección que emplear contra ellos mismos, contra los hebreos, los mismos procedimientos de conservación que el instinto judaico aconsejaba, mientras que hasta entonces los hebreos lo habían empleado contra todo lo que no era hebreo. El cristiano, es sólo un hebreo de confesión más libre. Doy un cierto número de pruebas de aquello que se le metió en lacabeza a esa gentecilla, de lo que puso en labios de su maestro: simples profesiones de fe de bellas almas...

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...............................................................................................Marqués de Sade

ué veo en el Dios de este culto infame sino a un ser inconsecuente y bárbaro, que hoy crea un mundo del que se arrepiente mañana?, ¡Veo sólo un ser débil que nunca puede hacer tomar al hombre el camino que le traza!, Esta criatura, aunque emanada de él, lo domina; ¡puede ofenderle y merecer por eso suplicios eternos!, ¡Qué ser más débil que este Dios!, ¡Cómo!, ¿ha podido crear todo lo que vemos y le es imposible formar un hombre a su imagen?, Pero, me dirán ustedes, si lo hubiera creado así, el hombre carecería de mérito ¡Qué vulgaridad!, ¿Qué necesidad hay de que el hombre sea meritorio ante su Dios? Haciéndolo completamente bueno, jamás hubiera podido hacer el mal, y sólo así la obra sería digna de un Dios. Dejar al hombre una opción es tentarlo. Ahora bien, Dios, por su presencia infinita, sabía bien lo que resultaría; entonces, es sólo por placer que pierde la criatura que él mismo ha formado ¡Qué Dios horrible es un Dios así!, ¡Qué monstruo, qué canalla digno de nuestro odio y de nuestra implacable venganza! No obstante, poco satisfecho de una tarea tan sublime, ahoga al hombre para convertirlo: lo quema, lo maldice.
Nada de eso lo cambia. Un ser más poderoso aún que ese infame Dios, el Diablo, que siempre conserva su dominio, que siempre puede desafiar a su autor, logra con sus seducciones corromper incesantemente la tropa que se había reservado al Eterno. Nada puede vencer la energía de ese demonio, su poder sobre nosotros ¿Qué imagina entonces, según ustedes, el horrible Dios que predican?, No tiene más que un hijo, un único hijo, obtenido no sé en qué comercio —pues como el hombre coge, ha querido que su Dios también lo haga—; luego desprende del cielo esa respetable porción de sí mismo. Uno imagina que esta sublime criatura va a aparecer quizá sobre rayos celestes, en medio de un cortejo de ángeles, a la vista del universo entero... nada de eso: ¡es en el seno de una puta judía, en medio de un chiquero, que se anuncia el Dios que viene a salvar a la Tierra! ¡He ahí la digna estirpe que se le presta! ¿Pero quizá su honorable misión nos compensará?, Sigamos al personaje: ¿qué dice?, ¿qué hace?, ¿qué sublime misión recibimos de él?, ¿qué dogma va a prescribirnos?, ¿en qué actos va a estallar al fin su grandeza?
Veo primero una infancia ignorada, algunos servicios, muy libertinos sin duda, prestados por este granuja a los sacerdotes del templo de Jerusalén; luego una desaparición de quince años durante la que el tunante va a envenenarse con todos los ensueños de la escuela egipcia, que luego trae a Judea. Apenas reaparece, su demencia comienza por hacerle decir que es hijo de Dios, igual a su padre; asocia a esta alianza un tercer fantasma, el Espíritu Santo, y estas tres personas, asegura... ¡no deben ser sino una! Mientras más asombra a la razón este ridículo misterio, más asegura el bellaco que es meritorio adoptarlo... y peligroso aniquilarlo. Es para salvarnos, afirma el imbécil, que se ha encarnado, aunque es Dios, en el seno de un hijo de los hombres; ¡y los milagros asombrosos que obrará pronto convencerán al universo! En efecto, durante una cena de borrachos, según se dice, el pérfido convierte el agua en vino; en un desierto alimenta a algunos perversos con provisiones escondidas previamente por sus secuaces; uno de sus compañeros se hace el muerto y nuestro impostor lo resucita; sube a una montaña y allí, frente a dos o tres amigos, hace un truco que avergonzaría al peor prestidigitador de nuestros días.
Maldiciendo con entusiasmo a todos los que no crean en él, el sinvergüenza promete los cielos a cuanto estúpido lo escuche. No escribe nada, dada su ignorancia; habla poco, dada su imbecilidad; hace aún menos, dada su debilidad. Cansando al fin a los magistrados con sus discursos sediciosos, aunque escasos, el charlatán se hace crucificar después de haber asegurado a los miserables que lo siguen que, cada vez que lo invoquen, descenderá hacia ellos para hacerse comer. Lo llevan al suplicio y se deja hacer; su papá, el Dios sublime, no le presta el menor auxilio y he ahí al bribón tratado como el último facineroso, de los que estaba tan orgulloso de ser el jefe.
Sus satélites se reúnen: "Estamos perdidos, dicen, si no nos salvamos por algún prodigio. Emborrachemos a la guardia que rodea a Jesús; robemos su cuerpo, pregonemos que ha resucitado: el recurso es seguro; si conseguimos hacer creer esta trapacería nuestra nueva religión se establece, se propaga, seduce al mundo entero... ¡Trabajemos!" Intentan el golpe y resulta ¡Truhanes, la audacia ha remplazado al mérito! El cuerpo es sustraído, los tontos, las mujeres y los niños gritan, tanto como pueden: "¡Milagro!". Sin embargo, en esa ciudad donde tantas maravillas acaban de operarse, en esa ciudad teñida por la sangre de Dios, nadie quiere creer en Él: ninguna conversión se realiza. Hay más: el hecho es tan poco digno de ser transmitido que ningún historiador habla de él. Sólo los discípulos del impostor piensan sacar partido del fraude, pero no en el momento.
Esta consideración es esencial. Dejan correr varios años antes de hacer uso de su insigne bellaquería; finalmente construyen sobre ella el inestable edificio de su repugnante doctrina ¡Todo cambio gusta a los hombres! Cansados del despotismo de los emperadores, una revolución era necesaria. Se escucha a los estafadores y su progreso es rápido: esta es la historia de todos los errores. Pronto los altares de Venus y Marte son remplazados por los de Jesús y María; se publica la vida del impostor; esa chata novela encuentra sus crédulos; se le hace decir mil cosas en las que nunca pensó; algunas de sus frases absurdas pronto se tornan en la base de su moral y, como esta novedad se predicaba a los pobres, la caridad llega a ser la primera virtud. Se instituyen ritos extraños con el nombre de sacramentos, de los cuales el más indigno y abominable es el que hace que un cura, pesé a estar cubierto de crímenes, tenga el placer de meter a Dios en un pedazo de pan mediante algunas palabras mágicas. No abriguemos la menor duda: este culto indigno hubiera sido destruido sin remedio, desde, su nacimiento mismo, si hubiésemos empleado contra él las armas del desprecio que merecía; pero en cambio se lo persiguió, y creció: era inevitable.
Probemos aún hoy cubrirlo de ridículo y caerá. El hábil Voltaire no empleaba jamás otras armas, y es de todos los escritores el que se puede jactar de haber hecho más prosélitos. En pocas palabras, Eugenia, tal es la historia de Dios y de la religión; vea usted la fe que merecen esas fábulas y tome su determinación.
..................................................................................................................................(Sade, fragmento de "La filosofía en el tocador").

Lee AQUI otra entrada del Marqués de Sade.--Lee AQUI otra más.


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...............................................................................................Aleister Crowley

oy la Serpiente que da Conocimiento y Deleite y gloria brillante y conmueve los corazones de los hombres con ebriedad ¡Para adorarme tomen vino y drogas extrañas desde donde hablaré a mi profeta, y me emborracharé con ellos! No les dañará en modo alguno. Es una mentira, este desatino contra el ser. La exposición de la inocencia es una menti
ra ¡Sé fuerte, oh hombre! disfruta, goza todas las cosas de los sentidos y del arrebato; no temas que ningún Dios te niegue a ti por esto.
- Estoy solo: no hay Dios donde yo soy. - No piensen con demasiado afán en alcanzar las promesas; no teman padecer las maldiciones. Vosotros, aún vosotros, no conoceis todo este significado.
- No temáis en absoluto; no temáis ni hombres, ni Destinos, ni dioses, ni cosa alguna. No temáis al dinero, ni a la risa del desatino de la gente, ni a ningún otro poder en el cielo o sobre la tierra o bajo la tierra. Nu es vuestro refugio así como Hadit es vuestra luz; y yo soy la fortaleza, fuerza, vigor de vuestros brazos.
- Estoy en una cuádruple palabra secreta, la blasfemia contra todos los dioses de los hombres.
-¡Los maldigo! ¡Los maldigo! ¡Los maldigo!

- Que María inviolada sea despedazada sobre ruedas: que por amor a ella todas las mujeres castas sean profundamente despreciadas en medio de vosotros.
- ¡También por amor a la belleza y al amor!
- Haz lo que quieras ha de ser toda la ley.
- El amor es la ley, el amor sujeto a la voluntad.

- Todo hombre y toda mujer es una estrella.

- La magia es la ciencia y el arte de hacer que ocurra el Cambio en conformidad con la Voluntad.

- No hay ley más allá de Haz lo que tú quieras.
.................................................................................................................................................................(A. Crowley, de "El libro de la ley").
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.....................................................................................Austin Osman Spare

ué hay para creer, sino en Yo? Y Yo es la negación de la completitud como realidad. Ningún hombre ha visto nunca al yo. Somos aquello que creemos y lo que ello implica, a través de un proceso de tiempo en la concepción; la creación tiene su causa en esta esclavitud a la fórmula.
Las acciones son las expresiones de ideas vinculadas a las creencias; siendo inherentes son oscuras, su forma de operar es indirecta, y engañan facilmente a la introspección. Los frutos de la acción tienen dos rostros, Cielo e Infierno, su Unidad o Nada (Purgatorio o Indiferencia). En el Cielo hay deseo por la Mujer. Infierno el deseo intenso. Purgatorio es expectativas retrasadas. Indiferencia no más que desilusión hasta la recuperación. Así ciertamente son todos lo mismo. El sabio buscador del placer, habiendose dado cuenta de
que son "distintos grados de deseo" y nunca deseables, rinde ambas Virtud y Vicio y se convierte en Kiaista. Cabalgando el Tiburón de su deseo cruza el océano del principio dual y se ocupa del auto-amor.
Las religiones son la proyección de la incapacidad, las imaginaciones del miedo, el barniz de la superstición, que la paradoja es verdad, mientras que a menudo es la ornamentación de la imbecilidad. Como virtud en la Idea de maximizar el placer de forma barata, perdona tus pecados y excúsalos; no es sino la expresión ceremonial del manejo de las marionetas al miedo gobernante ¡Sí! ¡Lo que has y te ha sido dispuesto en tu religiosidad, es tu propio potro de tortura, por imaginario que sea! ¡Las perspectivas no son agradables, te has enseñado a tí mismo! Se ha convertido en innato, y tu cuerpo es sensible.

-Que Dios siempre está en el Cielo o que el Altísimo inconcebible emana su concepción o
negación-comete suicidio, etcétera.

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............................................................................................ Anton S. LaVey

odas las religiones de naturaleza espiritual son invenciones del hombre. Ha creado todo un sistema de dioses sin otra ayuda que la de su cerebro carnal. Solo porque tiene un ego y no puede aceptarlo, ha tenido que exteriorizarlo en un gran artificio espiritual al cual llama “Dios”.
Dios puede hacer todo lo que le está proh
ibido al hombre, como matar gente, hacer milagros para gratificar su voluntad, ejercer control sin ninguna responsabilidad aparente, etc. Si el hombre necesita tal dios y reconoce a ése dios, entonces está adorando una entidad que ha inventado un cerebro humano . Por lo tanto, ESTÁ ADORANDO AL HOMBRE QUE INVENTÓ A DIOS ¿No es más sensato adorar un dios que él, él mismo, ha creado, conforme a sus propias necesidades emocionales –uno que represente mejor su propio ser físico y carnal que tiene la idea y el poder de inventar un dios antes que nada?
Si el hombre insiste en exteriorizar su propio ser verdadero en la forma de un “Dios”, entonces ¿por qué temer a su propio ser, temiendo a “dios”, por qué alabar su propio ser alabando a “Dios” – ¿por qué permanecer por fuera de Dios PARA PODER INMISCUIRSE EN RITUALES Y CEREMONIAS RELIGIOSAS EN SU NOMBRE?
El hombre necesita del ritual y el dogma, pero ninguna ley establece que sea necesario un dios exteriorizado para poder realizar rituales y ceremonias hechas en el nombre de Dios ¿Podría ser que cuando el hombre cierre el vacío entre sí mismo y su “Dios” vea al demonio del orgullo intentando salir –la personificación misma de Lucifer apareciendo en medio? Ya no puede verse a sí mismo como dos partes, la carnal y la espiritual, sino que las vea surgir como una, y entonces descubra horrorizado que son una sola entidad carnal !Y QUE SIEMPRE FUÉ ASÍ! Entonces, o bien se se odiará a sí mismo hasta la muerte, día tras día –o se regocijará de ser lo que es. Si se odia a sí mismo, buscará nuevos y más complejos caminos espirituales de “iluminación” con la esperanza de poder dividirse otra vez en su búsqueda de “dioses” más fuertes y exteriorizados para que azoten su miserable cáscara corporal. Si se acepta a sí mismo, pero reconoce que el ritual y la ceremonia son los elementos importantes que sus religiones inventadas han utilizado para sustentar su fe en una mentira, entonces que sea EL MISMO TIPO DE RITUAL el que sustentará su fe en la verdad –la manifestación primitiva que le dará conciencia de la sustancia añadida a su propio ser majestuoso.
Cuando toda fe religiosa en mentiras se ha desvanecido, es debido a que el hombre se ha acercado a sí mismo y se ha alejado de “Dios”; y cercano al “Diablo”. Si esto es lo que el Diablo representa, y un hombre vive su vida a la sombra del diablo, con todo el vigor de Satanás moviendo su carne, entonces mejor que escape del cacareo y la critica de quienes se denominan “justos”, o bien permanezca orgullosamente en sus lugares secretos de la tierra y manipule a las masas atontadas a través de su propio poder satánico, hasta el día en que se manifieste en su esplendor proclamando “SOY UN SATANISTA, INCLINAOS, PORQUE SOY LA PERSONIFICACIÓN MAS ALTA DE LA VIDA HUMANA!”.

.............................................................................................( Anton S. LaVey, fargmeto de "La biblia satánica").

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........................................Del "Tratado de los tres impostores", (anónimo)


esucristo, que no ignoraba ni las máximas ni la ciencia de los egipcios,
dio curso a esa opinión; la creyó útil para su propósito. Considerando hasta qué punto Moisés se había hecho célebre aunque sólo había gobernado un pueblo de ignorantes, se propuso edificar sobre ese fundamento y se hizo seguir por algunos imbéciles a los que convenció de que el Espíritu Santo era su padre y su madre una virgen: esas buenas gentes, acostrumbradas a contentarse con sueños y fantasías, adoptaron esas nociones y creyeron todo lo que él quiso, tanto más cuanto que un nacimiento semejante no era para ellos algo demasiado maravilloso.

Haber nacido de una virgen por la intervención del Espíritu-Santo no es ni más extraordinario ni más milagroso que lo que cuentan los Tártaros de su Gengis-kan, cuya madre fue también una virgen. Los chinos dicen que el dios Foé debía la existencia a una virgen fecundada por los rayos del sol.
Este prodigio sucedió en una época en la que los judíos, cansados de su Dios como lo estuvieron de sus jueces, querían tener uno visible como las demás naciones.

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..........................................................................................Barón de Holbach

ios, por un acto ininteligible de su poder total, hizo surgir el universo de la nada; crea el mundo para servir de morada al hombre; apenas este hombre que ha hecho a su propia imagen único objeto de los trabajos de su Dios ha visto la luz, el creador lo pone en una trampa a la cual sabía que había de sucumbir sin remedio. Una serpiente -que habla- seduce a la mujer que no se sorprende de este fenómeno: la mujer persuadida por la serpiente convence a su marido para comer un fruto prohibido por el mismo Dios. Adán, padre del género humano, por esta falta leve hace recaer sobre él y sobre toda su posteridad inocente una multitud de males, a los que sigue la muerte, sin que empero, esta sea el final de ellos. Por la ofensa de uno solo hombre la raza humana entera se convierte en objeto de la ira celestial; es castigada por su ceguera involuntaria con el Diluvio Universal. Dios se arrepiente de haber creado este mundo y encuentra más fácil ahogar y destruir la especie humana que cambiar sus sentimientos. Un pequeño numero de justos, a pesar de todo, se libra de esta calamidad, pero la tierra sumergida y el género humano destruido no son suficientes para su venganza implacable Una raza nueva aparece, y , aunque salida de los amigos de Dios, que él ha salvado del naufragio del mundo, esta raza comienza a irritarlo nuevamente con otros desaguisados, jamás el Todopoderoso consigue que su criatura se vuelva tal como él desea. Una nueva corrupción se adueña de las naciones, nueva cólera por parte Jehová.
Finalmente, parcial en su ternura y en su preferencia pone sus ojos en un asirio idólatra, hace una alianza con él, le promete que su descendencia, multiplicada como las estrellas del cielo o las arenas del mar, gozará siempre del favor de su Dios. A esta raza escogida le revela sus voluntades, para ella se rompe cien veces el orden que había establecido para la Naturaleza; es por ella que es injusto, que destruye naciones enteras. Aun así esta raza favorita no es mas feliz ni mas ligada a su Dios, acude constantemente a Dioses extranjeros, de los cuales espera unos socorros que el suyo le rehúsa; ofende a este Dios que la puede exterminar.
Tan pronto este Dios la castiga como la consuela, tan pronto la detesta sin motivos como la ama sin mas razón. En definitiva, viéndose incapaz de reconducir hacia él a este pueblo perverso, al que quiere obstinadamente, le envía a su propio hijo. Este hijo no es escuchado en absoluto ¿Qué digo? Este hijo estimado, igual a Dios, su padre, es conducido a la muerte por un pueblo objeto de la ternura obstinada de su padre que se ve incapaz de salvar al género humano sin sacrificar su hijo.

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